sábado, 23 de octubre de 2010

FORMACIÓN DE USUARIOS-ESTUDIO DE USUARIOS.

“un proceso permanente que reúne, organiza, coordina y controla los procesos, productos y servicios de información de una institución para responder de forma congruente con las circunstancias y necesidades de información de los usuarios” (Garmendia, 2003). La clave entonces, se encuentra determinada por las necesidades de información del usuario que se ven afectadas por factores internos y externos a éstos y, que orientan su comportamiento informativo. Es él quien marca la pauta del modelo institucional orientado al cliente. La gestión de la información deberá contemplar estudios de usuarios para determinar esos factores y definir las estrategias a seguir para brindar la información requerida. Bajo este esquema la gestión de la información necesita del diagnóstico de la situación actual permitiendo el redescubrimiento del usuario para ubicarlo de acuerdo con sus conocimientos y hábitos en el uso de la información. Dicho diagnóstico identificará la pertinencia o no de realizar programas de alfabetización en información así como determinar a quienes se dirigirán dichos programas, el por qué y para qué requiere esa persona tal preparación. También orientará el cómo, cuándo y dónde se realizarán los programas de forma que se conviertan en aprendizajes significativos para todos los usuarios. De esta manera, se están cubriendo diversos aspectos que engloban una visión amplia de la situación que se tiene, el cómo funciona, el cómo se pretende que funcione, así como los resultados esperados. Este estudio es permanente ya que mejorar los procesos depende en mucho de observar los cambios y dar respuesta a ellos traduciéndolos en oportunidades. El gestor de la información se ocupará de analizar los aspectos planteados y estructurar propuestas integrales que brinden al usuario la oportunidad de desarrollar estrategias que orienten la formulación clara de sus necesidades reales de información, así como la instrucción requerida para el uso de fuentes y servicios disponibles. Finalmente incluirá la capacitación del cliente para hacer más eficiente la presentación de la información con conciencia del valor social de ésta y aprovechando la motivación y conocimientos que tenga sobre el tema.
La gestión confiere gran valor a la organización y uso estratégico de la información a través del aprendizaje organizacional. Esto significa que el gestor debe estar en la capacidad de percibir, interpretar, convertir y procesar información significativa para escoger entre las alternativas y formular una guía de acción. Este profesional es multidisciplinario y especializado, conocedor del entorno y comprometido con la organización. Una organización inteligente lleva a cabo la planificación estratégica de las actividades a realizar con el personal y con el usuario. Mercadea sus servicios y productos para dar a conocer lo que ofrece la institución. Esto, cuidando siempre la calidad al dar valor agregado a dichos servicios y productos y empoderando la unidad de información dentro de la organización por medio de proyectos creativos, proactivos e innovadores.
En el entorno planteado, la cultura de aprendizaje, los hábitos de investigación y la cultura informacional compromete a enterarse sobre la organización, la competencia, las nuevas tecnologías, los clientes y todo el entorno. Esto genera un proceso valioso en el cual se aprovechan los conocimientos de cada miembro de la unidad ya que ellos crean la información al desempeñarse en sus labores diarias y al exteriorizar sus experiencias dan valor agregado a los procesos, productos y servicios.

Los aportes de dos autoras: una de ellas es la Lic. en Bibliotecología y Ciencias de la Información Lovania Garmendia Bonilla, quien es autora del artículo: “La alfabetización informacional como estímulo investigativo: Una estrategia en la gestión de la información y el conocimiento”, publicado en la Revista electrónica Biblios.
En él, la autora toma como concepto central la idea de la alfabetización informacional, es decir, “el todo del ciclo de la información que va desde la búsqueda de datos, pasando por el uso de la información y finalizando con la generación y distribución de conocimientos”.
En un contexto como el actual en el que hay sobreabundancia de datos y donde los soportes de la información son variados, se requiere cada vez más que los sujetos cuenten con estrategias adecuadas para la selección y manejo de la información. Así por ejemplo, para estudiantes universitarios e investigadores se torna sumamente necesario contar tanto con información valedera como con la habilidad para saber analizarla y evaluarla. En este sentido, se halla el papel central del profesional de la información, asesorando y brindando orientación.
Tanto para la toma de decisiones como para la resolución de problemas, el correcto acceso a la información incide positivamente en la vida cotidiana de las personas, según expresa la autora.
Agrega que la “alfabetización informacional” suele aludir a la alfabetización literaria, a la bibliotecaria y a la informática. Describe las condiciones en que debe darse el acercamiento del usuario a la información a fin de facilitarlo, como también las características que debería reunir el profesional de la información.
La alfabetización informacional implica un aprendizaje integral, gradual y constante de estrategias de búsqueda, localización, análisis y difusión de la información para la generación de nuevo conocimiento.
La otra autora, que les proponemos compartir sus aportes es, Patricia Hernández Salazar, integrante del Centro Universitaria de Investigaciones de investigaciones Bibliotecológicas de la Universidad Nacional Autónoma de México.
Patricia Hernández Salazar nos plantea pensar en el desarrollo de programas de formación de usuarios cuyos puntos de partida sean, los estudios de usuarios.
La autora pretende establecer la relación que existe entre los estudios y la formación de usuarios. Lo hace a través del abordaje de tres temas:
Los estudios, su definición y objetivos.
La formación de usuarios
Ejemplos de aplicación de estudios de usuarios para diseñar experiencias de FU.

EL diseñar programas de formación, y realizar estudios de usuarios antes de tomar cualquier decisión acerca de los objetivos y contenidos que deberían contener. Permiten definir las características de las comunidades que utilizan (o eventualmente utilizarán) los recursos de información, entre estas características están, sus necesidades de información, las actividades que realiza para cubrir esas necesidades (comportamiento en la búsqueda y recuperación de información), si está satisfecho con los servicios ofrecidos y su percepción acerca de cierta biblioteca y/o de los profesionales de la información (actitud). Por lo que se convierten en la base para la planeación de cualquier actividad dentro de una unidad de información, desde el desarrollo de colecciones hasta la formación de usuarios.
Este objetivo nos ubica en el ciclo de producción de conocimiento, el cual va generando preguntas que el usuario se tiene que hacer y a los que nosotros los bibliotecólogos, daremos respuesta a partir de hacer estudios de usuarios, a saber:
Usuario Estudios
¿Qué necesito? Necesidades de información
¿Cómo obtengo lo que necesito? Comportamiento en la búsqueda de información
De la respuesta a las preguntas del usuario podremos derivar los objetivos específicos de los estudios de usuarios:
1. Determinar las necesidades de información. Entendiendo a una necesidad de información como una condición en la cual un sujeto requiere cierta información para lograr un propósito de uso genuino o verdadero. Tenemos que este tipo de estudios identifican básicamente las características de las fuentes primarias que requiere una comunidad de usuarios.
Entre los datos que se deben recabar están: objetivo de uso; disciplina; tema o especialidad; nivel de profundidad en el tema; tipo de fuente primaria (libro, artículo de publicación periódica, memorias, etc.); cobertura temporal; cobertura regional; soporte; actividad principal; y manejo del lenguaje; entre otros.
2. Identificar el comportamiento del usuario durante la búsqueda y la recuperación de información. El comportamiento en la búsqueda representa cualquier actividad o conjunto de actividades que realiza un sujeto para obtener la fuente que satisfaga una necesidad de información. De este tipo de estudio se derivan las necesidades de formación, las cuales proveen datos para elaborar programas de formación de usuarios. Algunas de las características que se incluyen son: disciplina; tema o especialidad; tipo de fuente secundaria; tipo de fuente terciaria; experiencia en el uso de fuentes primarias, secundarias y/o terciarias; conciencia de la diversidad de fuentes primarias, secundarias y/o terciarias y de los servicios de información; servicios utilizados; canales de comunicación (formales e informales); puntos de acceso; y tipo de búsqueda (personal o delegada).
3. Evaluar la satisfacción del usuario. Para medir la satisfacción es imprescindible haber realizado los estudios de necesidades de información y de comportamiento en la búsqueda. De tal manera que si hacemos una comparación entre las fuentes y servicios que ofrecemos y lo que requiere y hace el usuario,tendremos una primera evaluación de su satisfacción.
Estos estudios requieren captar información sobre:
Usuario Estudios
¿Qué recursos debo usar? Necesidades de información
¿Cómo debo usar los recursos? Comportamiento en la búsqueda de información
¿Obtuve la información que necesitaba?
(Rogers, 1994)
Satisfacción de usuario
¿Cómo me siento ante los bibliotecarios y las unidades de información?
Actitud
• Colecciones: oportunidad; relevancia; pertinencia; disponibilidad; y accesibilidad.
• Servicios: amabilidad; apoyo del bibliotecario; horario, oportunidad; y atención.
• Instalaciones: iluminación; ventilación; ruido; espacios; ubicación física; y señalización, entre otros.
• Equipo: apoyo del bibliotecario; actualidad; disponibilidad; y accesibilidad.
• Mobiliario: ergonomía; estado; y dimensiones.
4. Determinar la actitud del usuario hacia la unidad o especialista de la información.
Nuevamente empezamos por delimitar el concepto de actitud, y tenemos que: Es una forma característica del individuo de responder ante un objeto, [sujeto] o situación. Se basa en su experiencia y conduce a cierto comportamiento o a la expresión de ciertas opiniones (Disponible en www.monografías.com/rabajos16/ diccionario-comunicación/diccionario-comunicación.html Consulta: 23 enero 2007)
El servicio y el trato que les hemos dado a nuestras comunidades de usuarios crean su forma de respondernos. En la literatura sobre los estudios de usuarios, existen muy pocos que se han dedicado a este aspecto, sin embargo, se consideran de suma importancia para identificar todas sus características, lo que nos llevará a comprenderlos mejor.
Entre los datos que se deben tener claros están: manejo del lenguaje; atención (por parte del especialista); características del especialista de información (seguridad, amabilidad, y aspecto físico); empatía; y si le ofrece apoyo.
Los estudios de actitud tienen una relación estrecha con los de satisfacción, un usuario satisfecho tendrá una actitud positiva hacia la unidad, servicio o especialista de la información.
3. FORMACIÓN DE USUARIOS
Para poder identificar las posibles aplicaciones de los estudios de usuarios a la formación de usuarios, es menester establecer tanto su definición como el proceso para desarrollar experiencias de formación. La formación puede entenderse desde dos perspectivas, una que se circunscribe a un proceso bibliotecario y otra que la concibe como uno didáctico. La primera perspectiva nos define a la formación como un proceso de transmisión lineal de conocimientos, del bibliotecario al usuario, el especialista de información “enseña” al sujeto los conocimientos necesarios para utilizar tal o cual fuente o servicio de información, sin precisar si el sujeto lo requiere o no. Más aún, el bibliotecario enseña tal como a él lo aprendió durante su formación profesional, este tipo de formación responde a las necesidades de la biblioteca y el programa es diseñado directamente en la biblioteca.
Por otro lado, ver a la formación como un proceso didáctico, hace que sea uno en el que se diferencian perfectamente los fenómenos aprendizaje y enseñanza. El bibliotecólogo o especialista de información pretende que un usuario aprenda y no enseñarle, esta perspectiva considera las necesidades de los usuarios.
De acuerdo con esta perspectiva se requiere ubicar y seguir una tendencia pedagógica, y una de psicología del aprendizaje, para definir el proceso de formación. La elaboración del programa debería ser producto de un equipo de trabajo en el que se integren además de los bibliotecólogos, pedagogos, especialistas en comunicación, entre otros profesionistas.
3.1 DEFINICIÓN DE FORMACIÓN
De acuerdo con lo apuntado anteriormente, la idea de formación aquí expuesta deriva de la idea pedagógica que señala hacia la necesidad de los sujetos de cubrir carencias cognitivas para lograr un estado de equilibrio o felicidad. Una persona percibe una desestabilización en su estructura cognoscitiva a partir de una ruptura en su cadena de conocimientos, la cual se transforma en una carencia de conocimiento; para tratar de cubrirla busca los conocimientos pertinentes.
Esta búsqueda se transforma en aprendizajes, entra aquí la aportación de la teoría cognoscitiva del aprendizaje, que nos dice que el sujeto debe aprehender un nuevo conocimiento, acomodarlo y asimilarlo, de esta manera se logra la estabilización de su acervo de conocimientos, a la asimilación de un nuevo aprendizaje dentro de una estructura cognoscitiva previa se le denomina aprendizaje significativo.
La estabilización es meramente temporal ya que un sujeto se vive entre rupturas y reparaciones cognitivas.
De estas dos perspectivas, la formación a partir de una necesidad individual y la generación de aprendizajes significativos deriva la definición de formación de usuarios, y es:
[...] el proceso de intercambio de experiencias o saberes significativos sobre el uso de la información, con el fin de que la persona que la usa, de acuerdo con su proceso cognoscitivo, perciba la importancia de la información y adquiera formas de saber hacer o de resolver problemas relacionados con el acceso y uso de la información. (Hernández Salazar, 1998).
Esta definición apunta directamente a la necesidad de identificar las características de la persona que será formada, a partir de estas características es que se diseñará un programa de formación. Asimismo, señala que es un intercambio, éste se tendrá que dar entre la persona a ser formada y la que formará. Para lograr este intercambio se refuerza la idea que el formador tendrá que conocer al formante.
Pero ¿qué tiene que identificar? Y ¿cómo? Entra aquí la relación entre los estudios y la formación de usuarios. Para diseñar un programa de formación se Requie re determinar las características que se incluyen en los dos primeros tipos de estudios usuarios, los que cubren los objetivos de detectar las necesidades de información y los que identifican el comportamiento durante la búsqueda y la recuperación de las fuentes que cubren esas necesidades. Sin embargo, el que está más directamente relacionado es el segundo, pues a partir de establecer las actividades que realiza para obtener la información que necesita, sabremos qué está haciendo bien y qué le falta hacer, es decir, en qué requiere ser formado.
Las necesidades de información son importantes porque dependiendo de la fuente primaria que use (o no) se identifica la fuente secundaria a la que tendría que recurrir.
Una frase que ha tomado fuerza son los programas o experiencias sobre el desarrollo de habilidades informativas, de acuerdo con el referente teórico de formación de usuarios arriba anotado, estas habilidades pueden ser contenidos específicos dentro del gran proceso de formación. Cabe pues, delimitar someramente su definición, así como enumerarlas.
Las habilidades informativas son las destrezas que posibilitan a un individuo el manejo y uso eficiente de la información, se agrupan de acuerdo con las etapas para realizar una investigación, que son:
1. Definir su necesidad de información
• Plantear un problema o tema de interés.
• Formular una necesidad de información derivada de ese problema.
• Analizarla.
2. Recuperar información
• Diseñar estrategias de búsqueda.
• Identificar los recursos de información que correspondan a la búsqueda
planteada.
• Localizar físicamente los recursos.
3. Evaluar la información
• Examinar los recursos.
• Rechazar los que no incluyan información pertinente.
• Seleccionar el recurso más adecuado para cubrir su necesidad.
4. Organizar la información
• Registrarla.
• Almacenarla
5. Sintetizar la información
• Interpretarla.
• Analizarla.
6. Comunicar la información
• Presentar los resultados de todo el proceso.
• Desarrollar habilidades de escritura general.
• Escribir cualquier producto escolar.
• Preparar referencias bibliográficas*.
FUENTE:
· Revista General de Información y Documentación 113 2007, 17, núm. 2 103-121
· Patricia Hernández. La relación entre los estudios y la formación de usuarios de la información.

miércoles, 8 de septiembre de 2010

DÍA DEL BIBLIOTECARIO


El dia lunes 13 de septiembre, la Biblioteca permanecerá cerrada con motivo del "Día del Bibliotecario" (Decreto 3114 del 28/4/1965)


Esta celebración corresponde al día 13 de septiembre de 1810, fecha en que apareció en la Gazeta de Buenos Aires, un artículo titulado "Educación", firmado con el seudónimo Veritas, y casi con certeza redactado por el Dr. Mariano Moreno.
En la nota se exhortaba a numerosos patriotas a la donación de libros e informaba acerca de la orden de la Primera Junta de Gobierno de la creación de la Biblioteca Pública de Buenos Aires, después transformada en Biblioteca Nacional, por lo cual esta fecha reviste, sin lugar a dudas, un gran valor histórico y cultural.
El Día del Bibliotecario fue establecido en la Argentina por el Congreso de Bibliotecarios reunidos en Santiago del Estero en el año 1942 e instituido a nivel nacional, hace cincuenta años, mediante sanción del Decreto N° 17.650/54, como homenaje a los bibliotecarios.
El oficio del bibliotecario se encuentra indisolublemente unido al origen del libro como producto cultural que contiene el registro gráfico del conocimiento y como medio de comunicación a largo plazo. En el primer caso encontramos al bibliotecario como guardián de libros y, en el segundo, como su organizador, proveedor y facilitador, por consiguiente, como profundo conocedor de sus contenidos, dando como resultado dos extremos entre los que oscila el oficio: inquisidor y erudito.
Hernando Lopera, Bibliotecólogo.
Escuela Interamericana de Bibliotecología, Universidad de Antioquia.

lunes, 9 de agosto de 2010

El rol del bibliotecario como mediador de la lectura

Aunque se asocie con imágenes de soledad y quietud, la lectura es una actividad eminentemente social. Detrás de cada lector hay una trama de relaciones sociales que hicieron que ese libro llegara a sus manos: el regalo de un amigo, la elección de un docente, la recomendación de un compañero y, por supuesto, la intervención de un bibliotecario que orientó la elección.
Por todo esto, el rol del bibliotecario resulta importantísimo como mediador entre los libros y los chicos. Invitar con pasión a la lectura siempre será mejor que los mandatos, los sermones o cualquier slogan. No olvidemos que los chicos tienden a imitar todo aquello que hacen los adultos a quienes admiran y quieren. En este sentido, algunas de nuestras actitudes pueden ser clave para despertar el deseo de leer:
.Afición a la lectura..Entusiasmo por comunicar esta afición..Capacidad para observar las reacciones de los lectores ante los diversos tipos de textos..Curiosidad por conocer los gustos y las preferencias de los lectores a través del diálogo..Interés por la literatura infantil y juvenil y cuanto contribuya a enriquecer su difusión.].Tratamiento individual y grupal del itinerario de lecturas..Disposición para leer, narrar, comentar y recomendar libros.

http://www.alfaguarainfantil.com.ar/guiabiblio/4.htm


El rol del bibliotecario en la Sociedad de la Información
Por. Juan Manuel Pineda

Sociedad de la InformaciónEn los últimos años se está viviendo lo que en la década del 60 algunos autores denominaban Sociedad del Conocimiento o Sociedad de la Información. Esto ocurrió debido a la evolución de la Sociedad Industrial, que producía bienes de consumo, a una sociedad dominada por la Información en todas las esferas de la vida humana.
La era industrial se caracterizaba por el uso del capital, el dinero y recursos tangibles. En el presente son la información y el conocimiento los recursos básicos y fundamentales. (Senn, 1992).
A. Cornella (1999) define a la Sociedad de Información "como una sociedad en que la información se usa intensivamente en la vida social, cultural, económica y política".
Para I. Núñez Paula (1999) "la Sociedad de la Información no es algo del futuro sino del presente, la sociedad ha sido definida como una sociedad en la que el desarrollo de los servicios, de la educación, de la cultura y de todas las esferas de las actividades de la vida humana, dependerán de la Información que se tenga y una sociedad que necesita que la mitad de la fuerza laboral este dedicada directamente a la gestión de la información. Esa es la sociedad de hoy y aún mas es la sociedad de siempre... "
Indicadores de la Sociedad de la Información
Podemos mencionar:
mayor cantidad de trabajadores de la Información,
nuevas tecnologías
aumento del PBI en el sector de la Información en países desarrollados
El nuevo rol del bibliotecólogo en la Sociedad de la InformaciónLos bibliotecólogos tienen en la actualidad una misión y un desafío muy importante en esta Sociedad de la Información que es, aprovechar la tecnología del mundo globalizado y reducir de alguna forma la brecha entre informados ricos e informados pobres, permitiendo que todos participen de la Sociedad de la Información, creando de este modo una cultura de individuos con capacidad de trabajar con información, para su desarrollo personal y profesional.
Para Teresa Márquez (1998) "el rol del bibliotecario, cada día transformado exige más capacidades y preparación, demanda acciones mayores de impacto y responsabilidad social."
"El bibliotecario se ha convertido en un agente social constructor de información dejando de ser aunque nunca lo fue un mero facilitador de libros y enciclopedias."
Con el advenimiento e incorporación de las nuevas tecnologías en actividades científicas y productivas, se han ido transformando los roles de los profesionales de la información, llegando a ser gestores de recursos de información e ingenieros de información. Estos nuevos roles cobran más protagonismo en organizaciones empresariales donde la adecuada gestión de la información permite decisiones acertadas por parte de los directivos.
El crecimiento explosivo de la información y del conocimiento y por ende de la documentación en las últimas décadas, ha incidido en que el rol del bibliotecólogo adquiera un papel preponderante en esta Sociedad de la Información, el mismo es actuar como "mediador" entre las fuentes documentales y los usuarios.
Para Chacón Alvarado (1998) la era de la información es todo un desafío para las bibliotecas y los bibliotecólogos. En la actualidad se siente hablar de biblioteca virtual, digital, biblioteca sin paredes, biblioteca electrónica. Esto lleva a una pregunta ¿Cuál es el papel del bibliotecólogo en esta maraña informativa?
Antes que nada se requiere de este profesional un cambio de actitud. El bibliotecólogo en la actualidad debe ser un experto en la manipulación y acceso a la información, capaz de traerla al usuario que la demande, desde cualquier punto que se la encuentre.
Su función ya no es solo de conservador y de celoso "guardián" del conocimiento como lo fue en el pasado, sino que ha pasado a ser un moderno profesional, encargado del tratamiento y gestión de la información, para satisfacer las necesidades informativas de la comunidad de usuarios a la cual sirve.
Este moderno profesional efectúa las siguientes funciones: recopila, administra, procesa, difunde y disemina la información necesaria para el progreso científico y técnico de la sociedad. Estas funciones las realiza tanto en soportes impresos como es el caso del libro o de otros soportes no librarios ya sean estos electrónicos, magnéticos, audiovisuales, sonoros etc. Actúa de nexo entre el mundo de la información y los usuarios reales y potenciales.
Además descubre y diagnóstica las necesidades de información de la comunidad a la cual sirve, creando servicios y productos de alta calidad, acordes al mercado de información actual.
Para acercarse al usuario y "ganar" a usuarios potenciales las modernas unidades de información utilizan herramientas de marketing, que le permitan hacer conocer los servicios y productos de información que brinda a su comunidad.
Su actividad varía de acuerdo a la institución en donde se encuentre desarrollando su trabajo ya sea en distintos tipos de bibliotecas, como documentalista, gestor o asesor de información en alguna empresa u organización.
Las nuevas tecnologías y las unidades de la información
La profesión bibliotecológica ha sufrido profundos cambios y transformaciones debido a la incorporación de las nuevas tecnologías a nuestras bibliotecas y unidades de información.
Para Paloma Portela (1998) " El impacto tecnológico en el sector de la información es abrumador. La aplicación de herramientas está siendo intensiva y punta de lanza para su uso en otras industrias y sectores, ese impacto afecta de manera muy especial a los gestores de información y documentación obligándolos a un reciclaje continuo de sus conocimientos y técnicas de trabajo..."
La computadora personal, el acceso a base de datos, bancos de datos, discos compactos, multimedia, memorias ópticas que posibilitan almacenar gran cantidad de información y por último la aparición de la red global como es Internet ha modificado y cambiado el tradicional paradigma bibliotecario.
Muchos decían que la profesión del bibliotecario desaparecería con la irrupción de la información electrónica y de las bibliotecas virtuales, con los cuales las actividades tradicionales efectuadas por los bibliotecarios quedarían sin sentido, y el documento virtual dejaría de lado al libro impreso. A esto se puede afirmar que la cultura digital y la cultura impresa coexistirán, es decir que el nuevo profesional bibliotecólogo deberá mantener ciertas cualidades del bibliotecario tradicional e incorporará el dominio de la nuevas tecnologías, como así también aplicará herramientas de administración y management para sobrevivir a esta nueva realidad que se presenta.
Bibliografía y el artículo completo:http://juanmanuelpineda.tripod.com.ar/el_rol_del.htm
Ficha del autor:Lic. Juan M. Pineda Echeverría, jpineda2@tutopia.comLicenciado en bibliotecología y documentación- archivero profesionalBibliotecólogo biblioteca Instituto Universitario Aeronáutico de la Ciudad de Córdoba.Teléfonos: 0351-4658125URL: http://juanmanuelpineda.tripod.com.ar

http://infolac.ucol.mx/observatorio/wsis/rol.html

LA BIBLIOTECA UNIVERSITARIA

José Antonio Gómez Hernández

La función de la biblioteca en la Educación Superior

Un axioma de la Biblioteconomía aplicada a la Educación Superior es que la biblioteca es el corazón de la Universidad, un motor para hacerla conservadora, transmisora a de saber. La biblioteca es una institución imprescindible para que la Universidad cumpla sus fines. Puede definírsela, según la ALA, "como una combinación orgánica de persona, colecciones e instalaciones cuyo propósito es ayudar a sus usuarios en o de transformar la información en conocimiento". Esta definición contiene sistemáticamente algunos aspectos clave de la biblioteca universitaria. Incluye la estrecha unión que debe haber entre la biblioteca y la docencia y la investigación, los dos canales es a través de los cuales se transmite y produce el conocimiento en la Universidad. Presupone también algo obvio: el conocimiento se produce desde la información, decir que la biblioteca hace a la Universidad. Si se acepta que las funciones de la universidad son principalmente comunicativas e informativas (recoger, transmitir, enseñar a producir información científica, humanística, social y tecnológica), sería evidente la importancia de la institución mediadora en ese proceso informativo: la Biblioteca. Y afirma la necesidad de que todos los elementos del sistema estén integrados como una combinación orgánica, es decir, estructurados y no meramente añadidos o superpuestos, lo que es decir bien planificados.
Los fines de la biblioteca universitaria son los de la Universidad. El cumplimiento de estos viene dado por el éxito y la capacidad de actuación de sus estudiantes, por la relevancia de las publicaciones de sus profesores, por el carácter de foco cultural que tenga, por la utilidad social que consiga la Universidad en su región, etc. A todo esto tiene que ayudar la biblioteca universitaria. No creemos que sea posible sin buenas bibliotecas el modelo de vida académica que propone la LRU en su preámbulo, encaminado "a conseguir unos centros universitarios donde arraiguen el pensamiento libre y la investigación". Las bibliotecas universitarias reúnen los saberes y los proporcionan a los interesados en ellos, alumnos y profesores, y por tanto son instituciones primordiales para seguir haciendo realidad lo que fue la Universidad en su origen: una comunidad de estudiantes y profesores, unidos por el interés en acceder al saber, que difunde la biblioteca. Las misiones de la biblioteca universitaria se pueden concretar en:

a) Proporcionar una colección básica de acuerdo a las necesidades de introducción en el conocimiento científico que tengan los estudiantes: muy accesible, múltiple de acuerdo al número de estudiantes, actualizada en relación con los programas de estudio, etc.
b) Una colección de materiales de referencia formada por fuentes bibliográficas, personales e institucionales -tanto en soportes impresos como electrónicos, de acceso local, en red o por teledocumentación- que pueda ser tanto base de información como medio didáctico y metodológico en el proceso de aprendizaje y adquisición de hábitos investigadores.
c) Una colección documental especializada en las distintas materias que cubran los Planes de Estudio y los proyectos de investigación, disponible tanto para los profesores como para los alumnos iniciados y los que tengan ocasión de usarlos para su proceso formativo. Debe estar formada por monografías, revistas, traducciones, informes, tesis de otras universidades, y en general literatura gris, como biblioteca especializada.
d) Un servicio de información, orientación, referencia y formación de usuarios, que promueva y mejore los hábitos de uso de la biblioteca, preparando para un óptimo aprovechamiento de sus recursos.
e) Un servicio de apoyo a la investigación especializada que cumpla las funciones de acceso a bases de datos internacionales, orientación bibliográfica especiali-zada y obtención del documento original.
f) Favorecer el acceso a la cultura del entorno y la época, a través de una colección documental diversa relacionada con las manifestaciones espirituales, y de la pro-gramación de actividades de difusión de la ciencia y la cultura.

El modo en el que se han organizado en España las bibliotecas para apoyar los fines de la Universidad, especialmente docencia e investigación, y dar los servicios antes enumerados, ha dependido de diversos factores, que configuran su organización actual. Entre ellos cabe señalar:

1) La financiación. Hasta hace pocos años, las bibliotecas universitarias españolas contaban con muy escasa financiación. Sólo tenía presupuesto propio la biblioteca general, es decir, la biblioteca heredera del fondo histórico de las Universidades y de algunos servicios centrales. Entretanto, el profesorado debía adquirir con sus propios recursos las colecciones bibliográficas de su interés. Ello daba lugar a la existencia de múltiples colecciones, dispersas entre los despachos del profesorado que las había seleccionado y adquirido.
2) La escisión entre estudio-enseñanza e investigación. La práctica de la educación de los nuevos científicos se ha entendido por la comunidad científica como una introducción, en cierto sentido dogmática, en el paradigma vigente, a través de manuales y obras sintéticas y sistemáticas dedicadas a ello. No se trataría de presentar modelos alternativos, sino de adiestrar en los métodos aceptados, los modos típicos de resolver problemas y desarrollar la lógica propia del modelo teórico establecido. La justificación sería que la naturaleza es muy compleja para su exploración al margen de un paradigma que señale el camino. Según esto, hasta llegar a la licenciatura, cuando se supone ya al alumno preparado para integrarse en la comunidad científica, no se le darían las claves de la comunicación en la ciencia, de la documentación especializada en su ciencia: el conocimiento de las publicaciones periódicas, las publicaciones no convencionales, el acceso y uso de las bases de datos de la especialidad, etc. Simplemente podría aprender con los apuntes y los manuales. Por eso muy pocos estudiantes de primer ciclo conocen las revistas de su especialidad, o las posibilidades de la Documentación.
Este modelo de educación científica ha contribuido también a la estructura bibliotecaria típica de las bibliotecas universitarias basada en la separación entre las bibliotecas generales de los centros, consideradas "para los alumnos", con los manuales recomendados por el profesor repetidos para que todos puedan estudiar los mismos libros de texto, y las bibliotecas de investigación del profesor o del alumno de tercer ciclo, con las fuentes especializadas, la bibliografía extranjera más al día, etc.3. En estas colecciones, ubicadas en los seminarios y departamentos, los profesores han dispuesto muy a la mano de los documentos que les ponían en contacto con la ciencia vigente y la comunidad científica. Este modelo, aunque pueda considerarse cómodo para el profesor del departamento, cuya accesibilidad es máxima, es poco eficaz para el conjunto de los usuarios, pues se producen pérdidas, duplicaciones, y dificultades de acceso para los interesados ajenos al departamento (pues en esas minibibliotecas no hay personal que las atienda, el profesor frecuentemente pasa temporadas trabajando fuera de la Universidad, durante las cuales no se puede acceder a los libros). Además, resulta muy antieconómico, y parte de que se pueden gestionar bibliotecas sin bibliotecarios.
3) El enfoque pedagógico del est dio y la enseñanza en la Universidad. Además del enfoque de la educación científica descrito, afecta al lugar de la biblioteca en la Universidad el que su uso por los estudiantes no sea lo bastante estimulado por el enfoque pedagógico que el profesorado da a la enseñanza y el estudio. A su vez, este enfoque es consecuencia de algunos factores como el enorme crecimiento del número de estudiantes que requiere un lugar en las aulas, y de la enorme presión que el profesorado tiene para investigar. La masificación favorece una teorización excesiva que provoca la pasividad del alumno, que se hace un "oyente", con poca iniciativa para el aprendizaje independiente y activo mediante el uso intenso y variado de las bibliotecas. En cuanto a la presión para investigar, hace que disminuya el interés y el tiempo dedicado por el profesor a la formación de los alumnoS4. Si unimos a estas afirmaciones que el modelo de examen suele primar la capacidad de reproducir fielmente lo trasmitido y la memoria a corto plazo del alumno, se explica que el uso de las bibliotecas no se demande en exceso (salvo como sala de estudio). La Universidad, en lugar de enseñar a hacer ciencia a los alumnos, meramente se la está divulgando, reduciendo la necesidad del estudiante de utilizar las bibliotecas como recurso de aprendizaje del conocimiento vigente y de los modos de acceder a él.

Todos los problemas que estamos reseñando inciden en la configuración de la bibliotecas universitarias. Es cierto que cada vez se usan más -principalmente por el crecimiento cuantitativo de los usuarios, que se ha multiplicado en los últimos años-, y que han mejorado enormemente las colecciones y los servicios, especialmente para posibilitar la investigación -acceso a bases de datos, creación de hemerotecas científicas, automatización, servicios centrales, etc.-. Pero necesitan, para el despegue que las haga auténticamente el corazón de la universidad, por un lado, que el estilo docente5 haga su uso imprescindible. Y por otro, que los bibliotecarios se impliquen en conseguirlo dando servicios muy eficaces y atractivos, volcados sobre los usuarios, e interviniendo activamente en la política universitaria.


21.2. Normas y recomendaciones para bibliotecas universitarias

Las normas se pueden entender como un modelo, como una medida de valoración, como un estímulo para el desarrollo y la mejora, o como un instrumento para ayudar a la decisión y la acción. Toda norma o recomendación para bibliotecas universitarias deberá insistir en la correspondencia que debe haber entre los fines de la Universidad y los de la biblioteca, en que éstos deben elaborarse con la implicación total de la comunidad universitaria, objetivarse de modo que podamos examinar su consecución, en la necesidad de conocer y atender las necesidades de los usuarios, y en dar acceso a la información documental que se precise por todos los medios, incluyendo especialmente la cooperación y la integración en redes.
Reconociendo que hay una gran diversidad entre las instituciones universitarias y situaciones muy variadas, lo que hace difícil y peligroso fijar normas precisas y cuantificables, debe haber unas normas mínimas que nos indiquen lo que caracteriza a una biblioteca para que efectivamente lo sea en cuanto a colecciones, instalaciones, personal y servicios. Y unas normas proyectivas que orienten sobre el futuro desenvolvimiento de la biblioteca.


21.2.1. Normas Internacionales para bibliotecas universitarias

La IFLA publicó en 1986 unas Normas para Bibliotecas UniversitariaS7 destinadas a los países en desarrollo. De esta normas destaca la importancia que dan a algo muy elemental, pero que a veces se olvida en algunas bibliotecas universitarias españolas: definir claramente sus objetivos particulares, recogiéndolos por escrito para que se puedan fácilmente consultar, revisar y evaluar. Del mismo modo que debe hacerse con la estructura, los procedimientos, las normas de accesibilidad y los programas concretos de actuación. Igualmente, estas normas sientan el principio de la orientación primaria hacia los servicios al usuario, que determinarán la organización, e incluirán información, orientación y formación en el uso de los recursos documentales.
Estas normas también señalan la necesidad de realizar políticas de gestión de la colección que aseguren su suficiencia y diversidad, para que se puedan desarrollar los planes de estudio y los proyectos de investigación. La colección debe ser revisada periódicamente con objeto de asegurar su vigencia, de acuerdo a las necesidades de la Universidad, y deben darse de baja de la colección los materiales que carezcan de actualidad o interés. Finalmente, destacan la importancia de que las bibliotecas universitarias participen en redes que aseguren la complementación de sus recursos, con objeto de satisfacer las necesidades de investigación, de contar con las instalaciones adecuadas, y con un presupuesto suficiente en relación con los objetivos básicos de la universidad, los programas académicos y el número de estudiantes.
Casi simultáneamente, la Association for College & Research Libraries redactó unas normas para bibliotecas de instituciones académicas, que daban algunas recomendaciones cuantitativas en materias como la colección y el personal8:

- Colección básica
- Por cada profesor a tiempo completo
- Por cada estudiante
- Por cada diplomatura
- Por cada licenciatura

85.000 volúmenes 100 volúmenes 15 volúmenes 350 volúmenes 6.000 volúmenes



21.2. Normas y recomendaciones para bibliotecas universitarias

Las normas se pueden entender como un modelo, como una medida de valoración, como un estímulo para el desarrollo y la mejora, o como un instrumento para ayudar a la decisión y la acción. Toda norma o recomendación para bibliotecas universitarias deberá insistir en la correspondencia que debe haber entre los fines de la Universidad y los de la biblioteca, en que éstos deben elaborarse con la implicación total de la comunidad universitaria, objetivarse de modo que podamos examinar su consecución, en la necesidad de conocer y atender las necesidades de los usuarios, y en dar acceso a la información documental que se precise por todos los medios, incluyendo especialmente la cooperación y la integración en redes.
Reconociendo que hay una gran diversidad entre las instituciones universitarias y situaciones muy variadas, lo que hace difícil y peligroso fijar normas precisas y cuantificables, debe haber unas normas mínimas que nos indiquen lo que caracteriza a una biblioteca para que efectivamente lo sea en cuanto a colecciones, instalaciones, personal y servicios'. Y unas normas proyectivas que orienten sobre el futuro desenvolvimiento de la biblioteca.


21.2.1. Normas Internacionales para bibliotecas universitarias

La IFLA publicó en 1986 unas Normas para Bibliotecas UniversitariaS7 destinadas a los países en desarrollo. De esta normas destaca la importancia que dan a algo muy elemental, pero que a veces se olvida en algunas bibliotecas universitarias españolas: definir claramente sus objetivos particulares, recogiéndolos por escrito para que se puedan fácilmente consultar, revisar y evaluar. Del mismo modo que debe hacerse con la estructura, los procedimientos, las normas de accesibilidad y los programas concretos de actuación. Igualmente, estas normas sientan el principio de la orientación primaria hacia los servicios al usuario, que determinarán la organización, e incluirán información, orientación y formación en el uso de los recursos documentales.
Estas normas también señalan la necesidad de realizar políticas de gestión de la colección que aseguren su suficiencia y diversidad, para que se puedan desarrollar los planes de estudio y los proyectos de investigación. La colección debe ser revisada periódicamente con objeto de asegurar su vigencia, de acuerdo a las necesidades de la Universidad, y deben darse de baja de la colección los materiales que carezcan de actualidad o interés. Finalmente, destacan la importancia de que las bibliotecas universitarias participen en redes que aseguren la complementación de sus recursos, con objeto de satisfacer las necesidades de investigación, de contar con las instalaciones adecuadas, y con un presupuesto suficiente en relación con los objetivos básicos de la universidad, los programas académicos y el número de estudiantes.
Casi simultáneamente, la Association for College & Research Libraries redactó unas normas para bibliotecas de instituciones académicas, que daban algunas recomendaciones cuantitativas en materias como la colección y el personal:

- Colección básica 85.000volúmenes

- Por cada profesor a tiempo completo
100 volúmenes

- Por cada estudiante
15 volúmenes

- Por cada diplomatura
350 volúmenes

- Por cada licenciatura
6000 volumenes

- Por cada programa de máster
(si no hay licenciatura en esa materia)
6.000 volúmenes


- Por cada programa de máster
(si hay licenciatura en esa materia)
3.000 volúmenes

- Por cada programa de doctorado
25.000 volúmenes


En cuanto a plantillas, las mismas normas aconsejan:

- Por cada 500 estudiantes hasta 10.000 1 bibliotecario
- Por cada 1.000 estudiantes, a partir de 10.000 1 bibliotecario
- Por cada 100.000 volúmenes o fracción 1 bibliotecario
- Por cada 5.000 volúmenes que se añadan al año 1 bibliotecario

En este caso se enumeraban también unos factores adicionales para ajustar el tamaño de la plantilla. Estos dependían de los servicios dados por la biblioteca, como por ejemplo el tener formación de usuarios, servicios de referencia, servicios de audiovisuales y electrónicos, o de la institución: el número de titulaciones ofertadas, el tamaño de la plantilla docente, la existencia de programas de formación continua o el volumen de la investigación.
Por su parte, otro grupo de la American Library Association especializado en bibliotecas universitarias redactó en 1989 unas normas9 muy novedosas y acertadas, orientadas a facilitar la evaluación de su eficacia. Su punto de partida es que cada biblioteca es única, y que por ello debe determinar individualmente sus propios criterios de actuación y evaluación, marcados por los objetivos de la Universidad. Se renuncia, por tanto, a marcar unos indicadores de rendimiento cuantitativos y generales. El gasto en la biblioteca se considera como la principal inversión en capital de la Universidad, a la que proporcionará un valor añadido. Se afirma igualmente que la biblioteca debe ser dinámica y orientada al futuro, reconociendo la rápida transformación de la información en la era tecnológica, y que muchos de los recursos están fuera de la propia Universidad. Por ello, sin abandonar el rol tradicional de reunir y conservar colecciones, se afirma que las bibliotecas añadirán nuevas misiones que habrá que recoger en el proceso de actuación y evaluación.
Respecto a la ubicación de la biblioteca, en consonancia con la importancia de las misiones de servicio que se le atribuyen ' se considera que debe estar en el centro la actividad del campus. Se debe planificar haciendo posible el libre acceso, y sistemas remotos o compactos de almacenamiento para los materiales menos usados, pero evitando que en que pueda llegar a ser difícil el acceso a los usuarios.
Sobre los servicios, estas normas insisten en que debe asegurarse la accesibilidad óptima tanto a la propia colección como a la información externa, en soporte impreso o electrónico, y realizarse instrucción en el uso de los recursos y servicios, orientación y referencia. El objetivo es desarrollar las habilidades de información de los usuarios de todos los niveles. También se destaca la necesidad de que la biblioteca tenga sensibilidad ante los cambios en el campo de la información, anticipándolos para llamar la atención a los usuarios y procurar adecuarse a ellos. Por último, se marcan unos criterios para la evaluación de las bibliotecas en las universidades, que recogemos en detalle porque permiten vislumbrar los aspectos fundamentales que debemos perseguir en su funcionamiento:

1) Planificación
a) ¿Cuenta la institución con la biblioteca para su proceso de planificación?
b) ¿Existen planes para el desarrollo futuro de la biblioteca?
c) ¿Son adecuados los mecanismos para llevar a cabo dichos planes?
d,) ¿Reflejan estos planes que se han llevado a cabo las consultas pertinentes dentro de la Universidad?
e) ¿Participa el personal de la biblioteca en el planeamiento y toma de decisiones de una manera adecuada?
f) ¿Existen estrategias definidas para alcanzar las metas establecidas?
g) ¿Son realistas los objetivos y programas?

2) Adecuación del presupuesto
a) ¿Son suficientes los recursos presupuestarios para mantener las actividades
cotidianas y para asegurar sus desarrollos futuros?
b) ¿Sufraga el presupuesto asignado la adquisición o el acceso al nivel necesario de todos los materiales documentales que se solicitan?
c) ¿Permite el presupuesto mantener el número y categorías suficientes de profesionales para los programas ofertados?
d) ¿Son adecuados el salario y los incentivos y se orientan a favorecer la continuidad del personal y a reconocer los logros?
e) ¿Provee el presupuesto el apoyo suficiente para otros gastos de funcionamiento, incluyendo los servicios automatizados?
f) ¿Provee el presupuesto de adecuado soporte para nuevos programas e innovaciones?
g) ¿El proceso de desarrollo del presupuesto permite el asesoramiento necesario
h) ¿Tiene el director de la biblioteca el apropiado nivel de control y discrecionalidad sobre el gasto del presupuesto asignado?

3) Adecuación de los recursos humanos
a) ¿Es suficiente la cantidad de profesionales para los servicios ofrecidos?
b) ¿Es ajustada la distribución de personal entre los programas?
c) ¿Es apropiada la proporción entre personal profesional y personal de apoyo
en relación con los programas ofertados?
d) ¿Existe algún programa de formación de personal con vistas a mantener y
mejorar la formación y destrezas del personal de la biblioteca?
e) ¿Se tienen en cuenta suficientemente las necesidades de personal en la planificación de nuevos proyecto o en la expansión de los existentes?
f) ¿Están formuladas de manera correcta las políticas y procedimientos para
llevar a cabo adecuadamente los asuntos de personal y se encuentran a disposición del personal? ¿Figuran por escrito? ¿Favorecen la eficacia o la obstaculizan?
g) ¿Existen medios de análisis de la utilización del personal/análisis del trabajo
para asegurarse de que los puestos se asignan según el nivel y que el personal está ejecutando su trabajo de manera apropiada en cada nivel?

4) Adecuación de la colección
a) ¿Hay una política escrita de gestión de la colección?
b) ¿Incorpora esta política aspectos de satisfacción de los usuarios?
c) ¿Se tiene en cuenta la posibilidad de cambio en las necesidades académicas?
d) ¿Qué criterio se usa para determinar el nivel y tamaño de las colecciones'
e) ¿Se sabe si hay áreas infradotadas?
f) ¿Se sabe si hay áreas excesivamente dotadas?
g) ¿Reflejan las adquisiciones en curso un apoyo suficiente a los docentes?
h) ¿Hay suficiente dedicación a la evaluación de las colecciones?
i) ¿Está prevista la transferencia y reubicación de las colecciones o sus partes
cuando se considere necesario?
j) ¿Se tienen en cuenta las posibles relaciones de cooperación?

5) Adecuación de los edificios y equipamientos
a) ¿Hay edificios suficientes para albergar el personal y las colecciones?
b) ¿Están los edificios adecuadamente mantenidos?
c) ¿Está adecuadamente distribuido el espacio?
d) ¿Se han tomado las medidas adecuadas para el uso por discapacitados?
e) ¿Se adecúan a los programas los equipamientos en tipo, cantidad y ubicación?
f) ¿Se mantiene el equipamiento correctamente?
g) ¿Hay reservas presupuestarias para realizar mejoras, reparaciones y sustitución de equipamientos?
h) ¿Hay constancia de que exista planificación para el uso de nuevas tecnologías?

6) Acceso y disponibilidad
a) ¿Están claramente definidas y son disponibles fácilmente las medidas que
organizan el acceso y uso de las colecciones?
b) ¿Están las colecciones bien ubicadas?
c) ¿Están las colecciones, de hecho, accesibles y disponibles?
d) ¿Son los registros bibliográficos adecuados?
e) ¿Es suficiente el personal dedicado a la automatización, a los servicios técnicos o a otras funciones relacionadas con la colección?
f) ¿Con qué rapidez puede proveer la biblioteca los materiales que no posee?
g) ¿Qué tipo de programas cooperativos existen?
h) ¿Es adecuado el nivel de apoyo del personal?

7) Preservación y conservación
a) ¿Tiene la biblioteca apropiados controles mediambientales?
b) ¿Tiene la biblioteca un plan de emergencias?
c) ¿Provee el presupuesto los recursos adecuados para preservación y reparación de los libros dañados, deteriorados por el tiempo o estropeados?
d) ¿Tiene la biblioteca las medidas adecuadas de seguridad contra pérdidas,
mutilaciones o robos?

8) Uso de los recursos
a) ¿Cuáles son las medidas de la biblioteca p ara el uso de los recursos9
b) ¿Cuánto se usa la colección?
c) ¿Cómo se aprovecha la colección?
d) ¿Cuál es el grado de satisfacción?
e) ¿Cuál es la relación entre tamaño de la colección, índice de crecimiento, y
uso de la colección?

9) Adecuación de los servicios

a) ¿Qué serie de servicios se ofrecen, y en qué diversidad de horarios?
b) ¿Se adecúan estos servicios a la misión de la biblioteca?
c) ¿Son adecuados los espacios en donde se ofrecen los servicios apropiados a
su fin?
d) ¿Qué estadísticas y qué otras mediciones cuantitativas y cualitativas se realizan regularmente?
e) ¿Es el tamaño y la distribución de la plantilla destinada a los servicios al público adecuada al
número y los tipos de usuarios?


a) ¿Qué estadísticas y qué otras mediciones cantitativas y cualitativas se utili-
zan regularmente?
e) ¿Es el tamaño y la distribución de la plantilla destinada a los servicios al pú-
blico adecuada al número y los tipos de usuarios?


21.2.2. Normas españolas

En España, durante el período de redacción de los Estatutos de las Universidades, el Centro de Coordinación Bibliotecaria promovió la elaboración de unas recomendaciones para las bibliotecas universitarias. Estas recomendaciones supusieron un esfuerzo notable, y algunas de sus disposiciones aún están por cumplir. Reflejan un esfuerzo por integrar a los bibliotecarios en las tareas docentes e investigadoras, a través de la formación de usuarios, la participación en proyectos de investigación propios o en colaboración con equipos de trabajo. Se esfuerzan por dar unidad al conjunto de bibliotecas de cada universidad" e insisten en el servicio que las bibliotecas deben dar a la comunidad universitaria y a la sociedad en general. En el aspecto económico, se reclama que el presupuesto de la biblioteca alcance el 5 % del total de la Universidad.
En la actualidad, estas normas se encuentran algo envejecidas en sus propuestas respecto del personal, pues no recogen la figura de los auxiliares de biblioteca, sino sólo a los de administración, y también en lo referido a estructura, pues no prevén las bibliotecas de área, el modelo que se ha impuesto en los años noventa. Engloban servicios tan importantes como la formación de usuarios en la llamada "extensión bibliotecaria", y prescriben unos estándar mínimos de carácter cuantitativo basados en el número de usuarios, no en los servicios ofrecidos o el perfil de los programas académicos de cada institución. Estos mínimos serían los siguientes:


1) Locales. Se aconseja 1 M2 usuario, lo que permitirá puestos de lectura para el 20%, a razón de 4,5 m por puesto de lectura en locales de libre acceso. El local mínimo debería ser de 1.000 M2.
2) Fondos. Se aconsejan 130 monografías por estudiante (cifra, por otro lado, inalcanzable con el crecimiento del número de alumnos), con un incremento anual de 0,5 volúmenes (proporción que sí es plausible). Y una suscripción a revistas científicas por cada diez estudiantes. Con estos documentos se supone cubierto el 40% de las necesidades, debiendo el 60 % restante ser atendida por el préstamo interbibliotecario v por presupuestos extraordinarios.
3) Presupuesto. Deberá ser el 5 % del presupuesto ordinario de la Universidad, sin contar los vastos de personal. Se dividirá en las siguientes partidas: (i) adquisición de fondos; b) cursos, conferencias, viajes o exposiciones; c) material inventariable; y (1) material fungible.
4) Personal. Un bibliotecario por cada quinientos estudiantes, un facultativo por cada tres ayudantes, un subalterno por ayudante. Un auxiliar administrativo por cada dos ayudantes y dos informáticos por Universidad.
5) Servicios. Libre acceso, lectura en sala, información bibliográfica, información y documentación científica, préstamo a domicilio e interbibliotecario y reprografía, con un horario sin interrupción de doce horas por día.

Además de esas propuestas tenemos únicamente el Real Decreto 12 sobre creación
y reconocimiento de Universidades y Centros Universitarios, que señaló una serie de requisitos materiales mínimos para la creación de Universidades en España, entre los que mencionaba, en relación con la biblioteca, lo siguiente:

"El edificio o los correspondientes servicios de biblioteca universitaria deberán permitir en su conjunto la a utilización simultánea de al menos, un 10 Por ciento del número total de alumnos previstos. Contará con salas de lectura, archivo Y Sistema de préstamo, garantizando el uso de, al menos, cincuenta y cinco horas semanales. Igualmente quedará garantizado el número de volúmenes necesario para el correcto desarrollo de las enseñanzas que imparta y su uso en soporte no convencional, así como el de las principales revistas científicas de cada campo de] saber, en el ámbito de dichas enseñanzas."

Las breves referencias anteriores nos dan cuenta de la dificultad de tener un marco normativo para las bibliotecas universitarias españolas. Se carece de indicaciones basadas en estudios fiables de cuántos volúmenes debe haber por estudiante en las distintas áreas de conocimiento, o de cuantos bibliotecarios deben formar las plantillas, o de las necesidades documentales e informativas del profesorado de diversas materias. Junto a esto, tampoco existen estadísticas globales de la situación en España que se constituyan en referencia y orientación de la evolución de las bibliotecas, ni se utilizan los mismos modelos de recopilación de datos para sus Memorias anuales'-',. Por ello, cada biblioteca universitaria está desarrollando modelos y estructuras diferentes, tanto resultado del análisis particular de sus propias necesidades como de las propias tradiciones de la institución.


21.3. Los usuarios


Si algo hace específica la gestión de la biblioteca universitaria es la atención que da a sus usuarios, cuyas necesidades debemos conocer muy bien. Se pueden dar algu~ nas orientaciones generales, pero cada biblioteca deberá estudiar estas necesidades de modo aplicado a sus propios usuarios, las titulaciones que se impartan, etc. La gran diferencia de intereses y niveles de conocimiento que hay entre estudiantes -Y profesores, y las peculiaridades de la comunicación científica en los distintos campos del conocimiento, hacen que en las bibliotecas universitarias coincidan a veces tareas de documentación científica especializada con actuaciones de carácter general, educativo, divulgativo, cultural, etc.

En general, puede hacerse una primera distinción de los usuarios de las bibliotecas universitarias por su condición de alumnos de primer, segundo o tercer ciclo, o por ser profesor. Podríamos decir que los alumnos de primer ciclo necesitan obras más homogéneas e introductorias. Los de segundo van comenzando a interesarse por monografías especializadas y ocasionalmente por otro tipo de fuentes. Y que el profesorado y los estudiantes de doctorado requerirán ya todo tipo de fuentes documentales de investigación. Esta clasificación obligará a diferenciar las colecciones, los servicios y las normas de acceso. Las colecciones de alumnos de primer ciclo suelen incluir un alto porcentaje de obras de las que se poseerán ejemplares múltiples, y que deberán tener períodos de préstamo externo cortos, pues hay una gran presión de demanda sobre las mismas obras. Al mismo tiempo, debe haber una parte importante de la colección, cuyo uso sea más diferenciado y autónomo' formado por monografías que se demandan para trabajos de curso o profundizaciones en la materia. Estas se deberán prestar durante al menos quince días, pues requieren lecturas más sosegadas y la presión sobre ellas será menor. Por último, los usuarios de tercer ciclo y los profesores quieren de la biblioteca préstamos múltiples, para consultar simultáneamente varias obras ne-cesarias en su investigación, períodos amplios de préstamo - que se autorizarán siempre que no se pidan obras de carácter no especializado-, y sobre todo, colecciones de revistas que contengan las aportaciones más novedosas en el conocimiento. Para ellos es fundamental también el rápido acceso al documento original, cuando localizan referencias que no están en su Universidad.
Una segunda distinción que cabe hacer para diferenciar las necesidadades de los universitarios es por su área de especialización. En efecto, las demandas de informacion son diferentes en cada titulación: ni se buscan por igual las publicaciones, ni las bases de datos, ni se demandan los mismos tipos de servicios, etc., por parte de los especialistas de los diversos campos.
Entre los hábitos y necesidades de información se han opuesto tradicionalmente a las de los estudiosos de humanidades, por un lado, y las ciencias experimentales, por otro, estando entre ambos extremos las demandas de los de las carreras de ciencias sociales. Así, por ejemplo, los expertos de humanidades usan una gama muy variada de documentos, en el que los libros cumplen todavía un papel fundamental. Los libros-homenaje, las actas de congresos, las monografías, las memorias y estadísticas oficiales, la literatura informal, las ediciones antiguas y descatalogadas, son muy necesarias. Además, a veces, están publicadas por entidades locales o no lucrativas con escasa distribución, lo que hace difícil al bibliotecario incorporarlas al fondo documental. Frente a esto, los científicos de áreas experimentales usan principalmente el artículo y la revista como medio de comunicación.
Por otro lado, la literatura científica en las ciencias sociales y las humanidades tiene una mayor vida media, hay un bajo índice de envejecimiento de la información, del que se deriva un aumento del volumen de información que se demanda, pues se debe mantener en la colección obras muy antiguas pero aún vigentes.
A diferencia de las ciencias, en que las que los investigadores sólo buscan normalmente información de los últimos años, en las humanidades los investigadores consideran útiles trabajos de un período muy dilatado de años. De hecho, en ocasiones un trabajo sobre una época o suceso histórico, o un estudio filosófico hecho hace decenas de años es todavía base de la investigación, un enfoque clásico que el historiador o el filósofo de hoy utilizan. En humanidades la dispersión de fuentes de información es mayor porque, además de que se demandan documentos de muy distintas clases, la interdisciplinariedad es muy grande, debiéndose buscar en diversas bibliotecas, bases de datos ( archivos las fuentesl4. Todo esto debe saberlo una biblioteca universitaria del área de humanidades, para aplicar correctamente la política de la colección y la normas para estos usuarios. Por ejemplo, la diversidad de intereses puede hacer posibles período! de préstamo más largos, que además se necesitan por la extensión de las obras a consultar.
Por otro lado, es evidente también que en las humanidades y en algunas ciencias sociales hay todavía inseguridad conceptual, un vocabulario caracterizado por la ambigüedad y por variaciones que dependen del entorno cultural, contexto geopolítico, d( la pertenencia a diversas escuelas, etc. Esto lleva a problemas de los lenguajes de recuperación, dificultando las búsquedas de información, su exactitud, exhaustividad y pertinencia. Los usuarios de la información humanística y social suelen formular sus necesidades de modo distinto a como se hace en las ciencias naturales, en las que es fácil llegar a una serie de términos que determinarán la búsqueda. Es posible que acudan a un servicio documental requiriendo una información poco concreta para reconstruir cada realidad a través de la elaboración discursiva. Para ello requerirán, por el "contexto" lingüístico, histórico, sociológico o político, y tienen que ir precisando por sí mismos sus demandas. La dificultad de esta tarea les puede llevar a cierto escepticismo respecto de la exhaustividad de las fuentes de información que les pueden proporcionar las bibliotecas y los servicios de Documentación. En muchas s tienen una cultura de autoabastecimiento, basada en el contacto personal y la intuición, acudiendo al profesional solo en último extremo, y con pocas expectativas, y utilizando menos que los científicos de áreas experimentales los servicios de información secundaria. Por otra parte, cuando la investigación está vinculada a la realidad donde se genera, al ámbito geográfico propio, la información relevante estará publicada normalmente y accesible en el ámbito local, -al menos en principio-, y por ello son menos relevantes las bases de datos internacionales a las que se puede acceder, como Historial Abstracts, Art&Hiímanities Citation Index, Social Scietice Citation Index, etc.
Todo esto creemos que explica por qué los investigadores de humanidades y los de ciencias requieren cosas distintas de las bibliotecas universitarias que tienen a su servicio, y consideren buena una biblioteca en la medida en la que satisfaga sus expectativas. Como ha explicado Line'7, una biblioteca universitaria de humanidades producirá seguramente satisfacción a sus usuarios si: a) Dispone de una colección bibliográfica muy grande, pues sus intereses pueden ser muy diversos, y por ello los documentos potencialmente necesarios. b) Tiene un alto elevado porcentaje de nuevas adquisiciones, sobre todo bibliográficas. c) Posibilidad de hojear directamente los libros, para encontrar por cualquier rincón una información de interés. El investigador prefiere encontrar y analizar por sí mismo antes que se lo den todo hecho. d) Buenos catálogos, que le permitan localizar la bibliografía al máximo. e) Si es posible encontrar información valiosa, aunque el tiempo consumido sea mucho o la velocidad de acceso sea lenta. El factor tiempo no es determinante.
Frente a los usuarios, alumnos o profesores, de las áreas científicas y tecnológicas, que requerirían, para considerar buena una biblioteca de su materia: a) Un buen acceso a bases de datos externas, que permitan recuperar por materias. Las bases de datos le importan más que los catálogos de los fondos propios. b) Acceso a las revistas científicas más importantes de su especialidad, y sobre todo a los últimos números. No suele ser de interés para él hojear directamente fondos extensos de revistas, o volúmenes de años ya pasados. c) Rápido acceso al documento original, esté o no en el depósito de la biblioteca. d) Una biblioteca que sea de fácil uso y acceso, con fondos vivos que no requieran una formación bibliotecaria grande en el manejo de catálogos para encontrar lo que les interese entre los laberintos de un gran fondo documental desfasado. e) Servicios de información listos para servirle, aunque no los valore hasta que no los use. Prefiere ser servido a buscar por sí mismo. Deja que le hagan la consulta, a diferencia del investigador de humanidades, que prefiere cerciorarse si algo que podría ser de su interés no se recupera con el sistema de clasificación de la biblioteca.
Aunque haya que introducir matices a esta imagen de las necesidades informativas y bibliotecarias en las distintas materias, (por ejemplo, en el caso de los científicos sociales, que se están acercando al modelo de los investigadores experimentales), esta aproximación de Line permite apreciar cómo las características de la comunicación científica afectan a las demandas de los usuarios, y por ello, al funcionamiento de los servicios bibliotecarios de la Universidad.

21.4. Tendencias actuales en la gestión
21-4-1- Modelo y estructuración de las bibliotecas universitarias
Si los años ochenta dieron lugar a las bibliotecas de centro, fruto del crecimiento del número de estudiantes, los años noventa han dado lugar a las bibliotecas de área. La reforma de los Planes de Estudio, y el aumento del número de titulaciones ha roto el sentido de la biblioteca de facultad, porque cada centro puede impartir varias carreras, alojar departamentos y titulaciones diferentes, etc. En un contexto de profesionalización de la gestión de las bibliotecas universitarias, en donde se pretende un buen aprovechamiento de los recursos personales, económicos y documentales, ya n tiene sentido una pequeña biblioteca para los estudiantes de cada título. La respuesta este problema, tanto en las nuevas Universidades, que habitualmente ya con modelos centralizados, como en las históricas, ha sido crear bibliotecas de grandes áreas temáticas, o a veces bibliotecas que han reunido los servicios para conjuntos de titulaciones cercanas físicamente en los campus.

Además, la automatización de los procesos técnicos permite potenciar los servicio centrales, que se van haciendo cargo de coordinar todas las adquisiciones - recogiendo las demandas de profesores y alumnos- la gestión de publicaciones periódicas, el proceso técnico -catalogación y clasificación centralizada, unificación de encabezamientos y otra autoridades, catalogación retrospectiva-. La biblioteca ha procedido a una centralización de la gestión, que debe ir acompañada de un aumento de la accesibilidad a la colección a la información desde cualquier lugar.
El debate más fuerte se ha producido en las Universidades históricas cuando, además de la centralización de la gestión, se ha intentado unir físicamente la colección, concentrando las bibliotecas departamentales y las de centro que habían ido surgiendo por los campus. Aunque objetivamente este modelo sea mejor -facilita el control de los fondos, permite el acceso a los usuarios de distintos centros, y conduce a la construcción d nuevos edificios bibliotecarios-, debe implantarse de modo que se eviten problema que afecten a la eficacia e imagen de las bibliotecas. Creemos que la centralización ni es un objetivo es sí misma, sino un medio, que debe utilizarse de modo eficiente, pero distinto en cada caso, a la luz de consideraciones como las siguientes:

1) Asegurar que la mayoría de los usuarios no pierdan accesibilidad: no se puede centralizar de golpe, sin personal y recursos para reubicar la colección en breve plazo. Hay que evitar que al centralizarse los fondos en la práctica se pierdan, o que estén durante años sin procesar, perjudicando a los que hasta la centralización podían usarlos. Hay que planificar muy bien todo traslado y reubicación de fondos, sincronizándolo con el inventario la recatalogación o la redistribución por materias.

2) Evitar el alejamiento físico excesivo de los usuarios a su colección de interés no se debe eliminar una biblioteca de centro o de departamento si se trasladan los fondos a lugares a los que sea difícil llegar. Deben mantenerse estas bibliotecas, con una dependencia técnica de la biblioteca de área o campus a la que pertenezca. Todo usuario debe tener cerca de su lugar de estudio o trabajo colección básica, sin verse obligado a traslados penosos para las consultas más frecuentes.
3) Graduar la centralización: probablemente no es rentable la centralización de colecciones hiperespecializadas, que requieren muy intensamente unos poco
usuarios, y que probablemente no llegarán nunca a usar estudiantes o profesores de otras especialidades. La centralización es básica en los campos donde hay mayor interdisciplinariedad las humanidades y las ciencias sociales, sobre todo, donde más solapamientos involuntarios de la colección o duplicaciones innecesarias se pueden producir, y en las materias que se impartan en varias titulaciones.


La comunicación en la biblioteca universitaria

E1 buen funcionamiento de la biblioteca universitaria requiere una buena comunicación entre los agentes implicados en ellas, que favorezca su integración y evite su aislamiento. Esta comunicación abarca:

1) La comunicación a través de las comisiones de biblioteca entre los profesores, los alumnos, los bibliotecarios y los responsables de la Universidad. Sin un buen funcionamiento de estas comisiones, que logre la integración de los interesados con los objetivos de la política de la biblioteca universitaria, suelen fracasar los intentos de cambio, los proyectos de reglamentos, etc.
2) La comunicación interna: debe asegurarse la fluidez en la comunicación y los intercambios de pareceres entre los bibliotecarios, los auxiliares técnicos de bi-blioteca y los directores de la biblioteca. Es tarea principal de la dirección lograr la buena comunicación de la plantilla, que favorezca la motivación y el intercambio.
3) La comunicación con los usuarios: debe haber instrumentos que hagan frecuente y natural el que los usuarios -especialmente los estudiantes- realicen observaciones sobre los servicios. Debe haber buzones de sugerencias, reuniones con los representantes de profesores y alumnos, etc. Un medio de comunicación preferente será el de la formación de usuarios, que debe abarcar: a) Visitas de orientación inicial a la biblioteca para grupos de estudiantes recién ingresados, que les acerquen a las materias, secciones y servicios, normas de consulta y préstamo de la colección, complementadas con guías de uso y proyecciones. b) Explicaciones sobre los instrumentos básicos, los catálogos, tanto impresos como automatizados. Los OPACS. c) Explicaciones y demostraciones sobre búsqueda en obras de referencia, bibliografías y otras fuentes de información especializada. a) Indicaciones sobre la manera de establecer bibliografías y redactar informes, trabajos de curso y tesis. e) Introducción a las publicaciones periódicas, su acceso y uso. f) Uso de las bases de datos en CD-ROM que pueden consultarse de modo libre en las bibliotecas, por red local.


21..4.3. Cooperación y redes

La automatización de los catálogos que ya están completando las bibliotecas universitarias permite la integración en redes, pues se da el medio básico para los intercambios y la cooperación, es decir, la existencia de catálogos colectivos, o al menos la posibilidad de conocer los fondos de las diversas bibliotecas.
La cooperación principal que se puede dar entre las bibliotecas es el intercambio y
el préstamo interbibliotecario, poner mutuamente a disposición las colecciones, en una época en la que no importa tanto la propiedad cuanto la accesibilidad a los documentos. Otra forma importante de cooperación entre las bibliotecas es el intercambio de registros bibliográficos, que también es posible actualmente en España gracias a las redes de comunicaciones existentes y a la edición de catálogos en CD-ROM. El avance en estas actuaciones posibilitará formas más complejas de cooperación, como la adquisición coordinada o cooperativa o los almacenamientos cooperativos. Las distintas bibliotecas se especializarían en aspectos o partes de la colección, para economizar recursos, y ante la imposibilidad de tener todos los fondos de interés. Y, a su vez, las bibliotecas irían manteniendo las colecciones antiguas o menos demandadas de modo coordinado, favoreciendo una política de expurgo y paso a depósitos de colecciones sin uso en un momento en que la falta de espacio es un gran problema de las Universidades.
Estas líneas de cooperación se han iniciado a través de redes como DOCUMAT, RUEDO -integra a las bibliotecas que usan Dobis-Libis como medio de gestión automatizada-, la Red de Bibliotecas Universitarias (REBIUN), y MECANO, una red centrada en la cooperación de las bibliotecas universitarias del área de Ingeniería y Tecnología. Actualmente, por último, existe una conferencia de directores de bibliotecas universitarias y científicas españolas que está procurando canalizar la cooperación, avanzando en la unificación de los procesos de préstamo interbibliotecario y en los modelos de obtención de datos sobre las bibliotecas para su análisis y evaluación. Ello llevará, próximamente, a la edición de una estadística estatal sobre la situación de las bibliotecas universitarias españolas.




NOTAS AL CAPÍTULO 21

Se trata de una imagen recurrente para describir la función de la biblioteca. Así, el University Granis Coi?itziitee, órgano de la Administración inglesa para la Universidad, ya en 1921, afirmaba que "E] carácter y eficacia de una Universidad puede medirse por el tratamiento que da a su órgano central, la biblioteca. Consideramos la dotación para el mantenimiento de la biblioteca como la necesidad primaria y más vital del equipamiento de una Universidad. Una biblioteca adecuada no sólo es la base de todo estudio y enseñanza, es la condición esencial para la investigación, sin la cual no se puede añadir nada a la suma del conocimiento humano" (Cit. por THOMPSON, J. y CARR, R.: La biblioteca universitaria. Madrid: Germán Sánchez Ruipérez, 1990, pp. 17-18). En 1966, Cartter, desde el punto de vista norteamericano, insistía: La biblioteca es el corazón de la Universidad. No hay otro factor material más estrechamente ligado a la calidad de la Educación Superior. Unas pocas universidades con escasos medios bibliotecarios han logrado un desarrollo importante en algunas áreas, porque los recursos de laboratorio pueden ser más importantes que la biblioteca en algún campo particular, o en otros casos porque las universidades estén situadas junto a otras colecciones de grandes bibliotecas (... ) Pero las instituciones que destacan en todas las disciplinas tiene invariablemente las mejores bibliotecas de investigación del país". (Cit. en CLAVEL, J. P. (dir): L'Evahiation des bibliotliéqiíes iíiziversitaires, Montreal: AUPELF, 1984, pp. 295-296). 0 el Itifon?ze Atk-inson, en 1976: "La biblioteca es el corazón de una universidad. Ocupa el lugar central y básico, como un recurso que es, porque sirve a todas las funciones de una universidad -enseñanza e investigación, la creación de nuevo conocimiento y la transmisión a la posteridad de la ciencia y la cultura del presente y del pasado" (THOMPSON, J., CARR, R.: op. cit, p. 20) Esta idea que ha sido recogida en el ámbito latinoamericano por Buonocore, en su Dicciotiario: "no se con-cibe una enseñanza sin el libro, y de ahí que la biblioteca sea e¡ centro vital, el nervio y el corazón que impulsan el dinamismo fecundo de la Universidad".


14 Un investigador de la Historia de la Filosofía, por ejemplo, debería quizás buscar fuentes históricas sobre un autor, su época, estudios filológicos sobre su obra, las corrientes culturales de su tiempo y su sociedad, revisar todos los trabajos propiamente filosóficos sobre el autor, la valoración que hacen de 61 distintas escuelas o corrientes de pensamiento, su influencia sobre el pensamiento en su país, o sobre movimientos históricos o sociales. Esto exigirá pasar por archivos y por bibliotecas de Filología, Historia, Literatura, Estética, Sociología, cte., y deberá consultar artículos, monografías, tesis, comunicaciones de Congresos, cte. A la Historia le interesan fuentes de información de las Ciencias Sociales: Economía, Sociología, Política, etc. La información que requiere el historiador estará por ello en bases de datos de Historia Social, Economía, Educación. De todo esto se deriva que a un experto en Humanidades le pueden interesar fuentes de información enormemente dispersas. Hay un fuerte componente multidisciplinar, pues el investigador puede llevar el hilo conductor de su trabajo por muy diversos caminos.
15
Esta aseveración ha sido comprobada recientemente en el CINDOC. Estudiando la procedencia de las peticiones de obtención de documentos, se vió que sólo el 6,5 % de éstas correspondían a las Humanidades, frente al 79,7 %, que correspondían a materias de Ciencias Experimentales. En cuanto a usuarios, pertenecían a campos humanísticos y sociales sólo el 20,8 %, y el 74,6 % a las Ciencias. Cf. VÁZQUEZ, M., RONDA, C., VALLE, A.: «Estudio de los usuarios de un servicio de fotodocumentación». En: IVJornadas Españolas de Documentación Automatizada. Oviedo: Universidad, 1994, p. 546. Una de las conclusiones de este trabajo señala que la demanda de los servicios de fotodocumentación de las Humanidades y las Ciencias Sociales sólo llegó a un 10 % respecto de la de las Experimentales.
16 El desarrollo de las fuentes de información en soportes electrónicos es, por estas razones, mucho menor en las Humanidades que en las Ciencias. Así, se ha comprobado que menos del 10 % de] total de los registros de las bases de datos accesibles por Dialog son de campos humanísticos y sociales, marcando una enorme desproporción con el tratamiento que reciben las áreas experimentales. Y del total de ba-ses de datos existentes, unas 9.000, analizadas por materias, sólo un 6 % es de Ciencias Sociales, un 4 % de Humanidades, y un 1 1 % de materias jurídicas y legislación. Dado el carácter privado y comercial de los principales servicios internacionales de bases de datos, especialmente en el ámbito norteamericano, se deriva que incluyan preferentemente las publicaciones que por su ámbito cultural e idiomático puedan ser más rentables para la mayor parte de sus clientes. Por eso, la literatura europea está poco contemplada, perdiendo mucha exhaustividad para el universitario español. V. VÁZ QUEZ, M. «Las bases de datos. Panorama actual y perspectivas». Boletín de Anabad, 1994, XLIV, 1.

17 Cf. LINE, M. B.: «The concept of'library goodness': user and library perception oí quality and valuc». En LINE, M. B. (ed.): Acadenzic Library Management. London: Library Ass, 1990, pp. 185-188.











































































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LAS BIBLIOTECAS ESPECIALIZADAS
o-



Inmaclilada Vellosillo Goíizález





Las bibliotecas. especializadas ocupan, dentro de la tipología bibliotecaria, uno de los lugares más recientes, ya que en su nacimiento está claramente vinculado al aumento de la información que se ha producido sobre todo en la segunda mitad de este siglo.
En efecto, el volumen de la documentación se ha visto tan incrementado que la for-ma más eficaz de almacenar, tratar y difundir la información que los documentos contienen es haciéndolo a través de núcleos pequeños que limiten sus fondos a los que tratan de un tema concreto.
Parece que, según la expresión utilizada con frecuencia, la especialización es la cla-ve de la eficacia, y esto, que puede referirse a distintos ámbitos sociales, también tiene su reflejo en el ámbito de la información y la documentación.

22.1. Concepto, características y funciones

En el primer decenio de] siglo xx los norteamericanos dieron el primer paso para reconocer la existencia de las bibliotecas especializadas y crearon la Asociación de Bi-bliotecas Especiales (Special Libraries Association) con el fin de favorecer el estudio y la reflexión sobre este nuevo tipo de bibliotecas. Más tarde aparecieron asociaciones similares en el Reino Unido (Aslib-Association of Special libr@@@ans@ip) y en Francia (Adbs-Asociation des Documentalistes et Bibliothecaires Specialises).

Como vemos, la denominación anglosajona utiliza el término "especiales" para referirse a lo que aquí estamos llamando "especializadas". En la actualidad el término "especiales" suele utilizarse en relación con bibliotecas que poseen determinadas características sin que estas tengan que ver necesariamente con su contenido temático (por ejemplo, bibliotecas de hospitales, para ciegos, de instituciones penitenciarias); también, en ocasiones, se llaman "especiales" las bibliotecas que contienen determinado tipo de documentos (publicaciones periódicas, grabaciones sonoras, películas, etc.), pero en estos casos resulta más conveniente utilizar las denominaciones particulares de cada uno de ellos (hemerotecas, fonotecas, videotecas, etc.).




Una vez aclarada la terminología, podemos referirnos al concepto de biblioteca es-pecializada. Esta denominación responde a aquellas bibliotecas, centros de documentación o centros de información (nos referimos a estas instituciones indistintamente), que aglutinan, tratan y difunden información relativa a un tema o a un grupo de temas afines.
Normalmente se tratará de bibliotecas vinculadas a centros de investigación, orga-nizaciones industriales o culturales, laboratorios, asociaciones profesionales, departamentos gubernamentales y todo tipo de instituciones que desarrollan su trabajo en un ámbito determinado. La misión principal de estas bibliotecas será proporcionar información a las personas que trabajan en esos centros, para que pueden desarrollar adecuadamente sus estudios e investigaciones.
Para completar algo más esta definición, podemos señalar algunas de las características que diferencian este tipo de bibliotecas de otros:

- La tipología y tratamiento de sus documentos.
- Los usuarios, con una formación elevada y unos requerimientos de informa-ción altamente especializados.
- Los profesionales que las mantienen, frecuentemente con una formación espe-cífica en el área temática.
- Su funcionamiento activo y su continua actualización.
- La frecuente conexión y relación con otras bibliotecas, centros e instituciones.
- El alto grado de automatización de todos sus servicios, que facilita notablemente el acceso y la recuperación de la información.
- El pequeño tamaño, en cuanto a colección, espacio y personal.

De las características citadas podemos deducir las funciones principales que tienen encomendadas este tipo de bibliotecas:

- Proporcionar información de manera rápida y eficaz.
- Realizar un tratamiento exhaustivo de los documentos, que permita obtener una mayor información.
- Continua puesta al día de sus materiales y catálogos.
- Difusión activa de la información mediante boletines, resúmenes, etc.
- Difusión selectiva de la información, realizada "a medida" de las necesidades de los usuarios.
Facilitar el acceso a bases de datos relacionadas con su temática y que tenga inte-rés para ella.

22.2. Los fondos en las bibliotecas especializadas: composición y tratamiento

Una de las características que hemos mencionado anteriormente son los fondos que constituyen la colección de una biblioteca especializada. ¿En qué estriba esta peculiaridad? Podemos establecer varios aspectos, referidos a la composición y tipología de sus fondos y a su tratamiento.
Generalmente se admite que en la mayor parte de las bibliotecas especializadas la colección tiene tres principales componentes:
1) Información publicada: publicaciones periódicas, monografías, normas, patentes, obras de referencia.
2) Información generada internamente por la institución en que se ubica: literatura gris
(papeles de trabajo, correspondencia), informes, estudios, proyectos, etc.
3) Información disponible a través de fuentes externas a la institución u organización:
bases de datos y catálogos de otras instituciones.

Paralelamente a estos componentes, podemos detallar los tipos de documentos que más frecuentemente contienen las colecciones de las bibliotecas especializadas.

Estos son:

Publicaciones periódicas: constituyen uno de los materiales más abundantes ante
todo porque son las que proporcionan una información más actual. En las bibliotecas especializadas existen publicaciones periódicas tanto primarias -lo que son revistas especializadas- como secundarias -revistas de resúmenes y referencias de documentos primarios-. Estos últimos constituyen un material excepcional para la orientación en la selección de información de los usuarios.
- Literatura gris: documentos que contienen información no comercializada pero que suele ser muy especializada. Se trata de tesis, proyectos, informes, actas de
conferencias y congresos, etc.
- Publicaciones oficiales
- Enciclopedias, repertorios, anuarios, y, en general, obras de referencia especializadas.
- Normas, patentes.
- Monografías.
Por supuesto esta tipología contempla simultáneamente la inclusión de documentos no sólo bibliográficos sino en múltiples formatos (sonoros, visuales).
En cuanto a la temática de los documentos es importante reseñar que aunque el hecho de ser una biblioteca especializada ya hace referencia a contenidos específicos, sin tener embargo es frecuente que la temática de los documentos que contienen no sea demasiado específica ya que las necesidades de información de sus usuarios puede no ceñirse tanto a un área concreta y precisar la consulta de temas relacionados o más o menos próximos al de la especialidad.
Otro de los aspectos más relevantes referidos a la colección de los fondos de las bibliotecas
especializadas es el tratamiento a que se someten. Al citar las características de estas
bibliotecas hemos hecho mención de un "tratamiento exhaustivo" de los documentos. En
efecto, mientras que en otras bibliotecas el tratamiento hace referencia a la descripción
bibliográfica y a una mención de su contenido a través de un término o encabezamiento de
materia, en las bibliotecas especializadas se presta especial atención a la precisión en este
último aspecto y también a realizar un tratamiento del contenido de los fondos que
permiten proporcionar mayor orientación al usuario sobre el interés o no
de consultar determinado documento. Para ello es frecuente utilizar el resumen como
instrumento de selección de información. Se trata de facilitar el trabajo a los usuarios
proporcionándoles una información ya elaborada que les permita seleccionar o rechazar los
documentos con un mayor acierto y un menor esfuerzo.

También la representación del contenido a través de palabras clave se pretende realizar en una biblioteca especializada con una mayor precisión. Para ello, se suelen utilizar listas de términos o tesauros especializados que permitan una mayor concreción y delimitación de la información de los documentos y cuya comunicación esté más acorde con la formación de los usuarios. Muchas bibliotecas especializadas desarrollan sus propios sistemas de clasificación adaptando algunos sistemas ya existentes (CDU, Dewey) o creando otros totalmente nuevos. En relación con la selección y descarte de documentos, este se realiza sobre todo teniendo en cuenta la actualidad de las informaciones y el interés potencial de los usuarios. En las bibliotecas especializadas se presta especial atención a la selección de documentos que suponen novedad, aportan datos recientes o investigaciones en curso. Aunque estos documentos quedan almacenados durante algún tiempo, se hace necesario revisarlos y en cuanto quedan desfasados o aparece una nueva publicación que los incluye y actualiza, se procede a relegarlos de la colección (expurgo) disponiéndolos para donaciones o intercambios con otras instituciones o almacenándolos en un depósito si se piensa que pueda interesar esporádicamente. Es frecuente que las colecciones de bibliotecas especializadas no sean muy numerosas, muy extensas. Esto es debido, por una parte, a la actualización constante de los documentos y, por otra, a la cooperación o intercambio de información con otros centros. Ello, por lo tanto, no significa que sean más limitados en cuanto a la información que puedan proporcionar, sino todo lo contrario, que la información puede localizarse y disponerse según las necesidades puntuales. Por lo tanto nunca se debe pretender encontrar una gran colección en una biblioteca especializada, sino una pequeña pero precisa colección y numerosas y fluidas comunicaciones con otras bibliotecas e instituciones.


22.3. Los usuarios y los servicios en las bibliotecas especializadas

Otra de las características que distinguía las bibliotecas especializadas de las restantes son los usuarios. Desde el momento en que una biblioteca especializada se crea para satisfacer las necesidades de información de una institución, ya estamos acotando o restringiendo el tipo de usuarios que van a utilizarla.
La información que reúne una biblioteca especializada está dirigida fundamentalmente a las personas que trabajan o colaboran con la entidad o institución a que se vincula a la biblioteca. La mayor parte de estos usuarios va a poseer una formación de nivel alto referente a estudios y a desarrollo profesional, lo que va a provocar que en sus requerimientos de información exijan eficaces respuestas. Frecuentemente, estos usuarios estarán acostumbrados a utilizar la biblioteca como un instrumento dentro de su trabajo, por eso también exigirán que ese instrumento funcione adecuadamente.
En otras ocasiones, los usuarios pueden ser personas que se dirigen a esa biblioteca sin estar vinculados a la institución, pero que manifiestan interés por la temática, si se encuentran realizando alguna investigación relacionada con ella. También a estos usuarios casuales la biblioteca debe poder suministrar la información que desean.
En relación con el usuario de bibliotecas especializadas, es importante las condiciones en que éste va a formular la consulta. Es probable que:

1) Lo haga, físicamente, a distancia.
2) Requiera respuesta en el momento.
3) Utilice esa respuesta para el trabajo que está realizando en ese preciso instante.
4) Precise una elaboración y selección en las mismas respuestas que demanda, es decir, que exija al bibliotecario un trabajo intensivo sobre la información solicitada, depurándola para concretar lo más posible.

En otras ocasiones, puede realizar consultas sin concretar y será el bibliotecario el que las irá delimitando.

Así pues, tenemos que el usuario de bibliotecas especializadas va a ser un usuario exigente, que busca soluciones rápidas y adecuadas a sus demandas y que desea tener información constante sobre las novedades informativas que se producen en su ámbito profesional y de estudio. No obstante, cada biblioteca deberá realizar estudios de usuarios para tener un conocimiento lo más real posible a cerca de las necesidades de sus lectores y así poder diseñar y adecuar sus servicios de manera que respondan a dichas necesidades
Generalmente, los servicios que las bibliotecas especializadas pueden prestar a sus usuarios son variados. Algunos de ellos son comunes a los de otras bibliotecas (préstamo, lectura en sala, información, etc.), y otros. aunque también pueden darse en otro tipo de biblioteca, adquieren en las especializadas un carisma distinto.
Así, el servicio de información y referencia cumple un papel fundamental en estas bibliotecas debido a que las demandas más importantes por parte de los usuarios son resueltas a través de este servicio.
La difusión de información que se realiza a él, puede ser previa petición del usuario, es decir, contestando a preguntas realizadas por él, o puede ser la biblioteca la que tome la iniciativa, anticipándose a las peticiones de los lectores y suministrando información que puede resultar de interés para ellos.

En el primer caso, las solicitudes de información de los usuarios pueden ser de varios tipos:

- Preguntas sobre datos concretos, para resolver cuestiones puntuales (fechas, nombres, términos, datos estadísticos, etc.) y que el bibliotecario puede resolver previa consulta de las obras de referencia. Este tipo de cuestiones suele ser parte del trabajo cotidiano.

- Preguntas de tipo bibliográfico: para obtener un documento concreto; para ver los documentos de que pueden disponer referidos a un tema determinado; sencillamente, para conocer las novedades bibliográficas sobre un asunto.

En el segundo caso, el servicio de difusión de la información que anticipa la biblioteca puede realizarse de forma periódica o esporádica. Los instrumentos habitualmente utilizados para ello son:

- Boletines de novedades.
- Boletines de resúmenes.
- Boletines de sumarios.

- Listados que contienen referencias bibliográficas específicas relativas a un perfil determinado previamente (difusión selectiva de la información).
- Conferencias, coloquios, presentaciones, etc.

Otro servicio que es común a todas las bibliotecas pero que tiene peculiaridades en las especializadas es el servicio de formación de usuarios. La formación de los usuarios siempre tiene como objetivo que éstos dispongan de mayor autonomía en la búsqueda de la información y que la realicen con la mayor efectividad y menos pérdida de tiempo.

Algunos programas de formación pueden facilitar el manejo de instrumentos bi-bliotecarios. Así, en bibliotecas especializadas la formación de usuarios debe tener un nivel de complejidad elevado y dirigirse a facilitar el uso de bases de datos, repertorios especializados, nuevos tesauros, etc.

Igualmente importantes en este tipo de bibliotecas son el servicio de reprografía y el servicio de traducción. El servicio de reprografía debe ofrecer la posibilidad de reproducir tanto los fondos propios como obtener la reproducción de otros fondos nacionales y extranjeros. El servicio de traducción ' aunque poco frecuente, sin embargo puede facilitar muchas consultas de los usuarios. No se trata de un servicio que se preste de forma sistemática, pero si en ocasiones un documento resulta importante para un grupo de usuarios y se encuentra en otro idioma, la biblioteca debe posibilitar su traducción, bien realizándola con personal propio, o bien contactando con personal externo (empresas de traducciones). El servicio de préstamo interbibliotecario está cada vez más extendido en todo tipo de bibliotecas. Pero en las especializadas resulta imprescindible que se cuente con este servicio para no duplicar fondos y compartir los de otras bibliotecas dándoles esta forma mayor utilización. Sin este servicio, la biblioteca especializada se vería obligada a almacenar un mayor número de volúmenes, con lo que disminuirían sus posibilidades de especialización.
En general, los servicios de las bibliotecas especializadas tienden a compartiese cada vez más: los planes de adquisición cooperativa, la catalogación y el tratamiento cooperativos y el préstamo interbibliotecario son algunos de los aspectos en los que se pone de manifiesto la colaboración. Además, el alto grado de automatización permite disponer de las informaciones que almacenan en distintas unidades.


22.4. Las bibliotecas especíalizadas en España


Las bibliotecas especializadas en España son de reciente creación; se estima que un gran número de ellas no superan los cincuenta años de existencia, y más de la mitad de las existentes han sido creadas en las dos últimas décadas. También la mayor parte dependen de organismos oficiales, y sólo un pequeño porcentaje se vincula a instituciones privadas. En relación a las áreas temáticas objeto de la especialización, son más frecuentes en áreas de Humanidades, aunque también son numerosas las relativas a ciencias médicas, naturales y matemáticas.
El grupo más importante de bibliotecas especializadas en España es el formado por la Red de Bibliotecas del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. El CSIC cuenta con más de ochenta bibliotecas distribuidas en todas las Comunidades. Frecuentemente, las bibliotecas del CSIC se encuentran vinculadas a institutos de investigación y suelen estar especializadas en temas muy concretos. Algunos ejemplos son: la biblioteca del Instituto de la Grasa y sus Derivados, en Sevilla; la del Instituto de Investigaciones Pesqueras, en Pontevedra; la del Instituto Nacional del Carbón, en Oviedo; la del Instituto de Astrofísica, en Granada; la del Instituto de Carboquímica, en Zaragoza; la de Investigaciones del Agua, en Madrid; o la de el Museo de Ciencias Naturales, también en Madrid.
Destacan, de manera especial, dos bibliotecas vinculadas al CSIC pero con unos servicios muy extendidos, un mayor volumen de fondos y una actividad informativa y documental notoria en los campos que abarcan. Éstas son:

- La Biblioteca del Instituto de Información y Documentación, en Ciencia y Tecnología (YCYT, Madrid, C/ Joaquín Costa, 22), creada en 1948, con aproximadamente 22.500 volúmenes y más de 3.000 publicaciones periódicas.
- La Biblioteca del Instituto de Información y Documentación en Humanidades y Ciencias Sociales (ISOC,. Madrid, C/ Pinar, 25), fundada en 1970 con casi
3.000 volúmenes y más de 1.400 publicaciones periódicas.

Los dos institutos a que se vinculan estas bibliotecas forman, desde 1991, el denominado Centro de Información y Documentación Científica (CINDOC). Esta institución se establece como un centro de información que desarrolla su actividad investigadora en el campo documental, elabora diversos productos de información (publicaciones, bases de datos, etc.) y mantienen unos servicios bibliotecarios variados y de gran alcance.
En el año 1987 el Ministerio de Educación y Ciencia a través de la Dirección General de Investigación Científica y Técnica, publicó el "Directorio de Centros de Documentación y Bibliotecas Especializadas". En él se recoge la descripción de más de 2.000 centros, aportando sobre ellos datos relativos a su localización, actividad, servicios, recursos, personal, etc. Aunque no todas las bibliotecas o centros que recoge el directorio son especializados (algunos son generales y muchos son universitarios), sin embargo constituye una referencia insustituible para conocer el panorama de las bibliotecas especializadas en España. Recientemente, algunos datos que refleja el Directorio han sido actualizados por el Ministerio de Cultura en el "Mapa de Infraestructuras, Operadores y Recursos Culturales MIOR", publicado en 1995.
En la actualidad, muchas empresas o instituciones privadas están formando sus propias bibliotecas, lo que está provocando un desarrollo importante del sector de bibliotecas especializadas.